Curso apuntes para la historia de la ciudad de Badajoz. Tomo XII
Si alguna obra puede aducirse en Extremadura como prototipo de “work in progress” es esta Historia de la ciudad de Badajoz, cuyo volumen XII acaba de aparecer. Se trata de una publicación auspiciada por la Real Sociedad de Amigos del País de esta ciudad, que cada año consigue sacar a luz una nueva entrega. Coordinaría los tomos iniciales Augusto Rebollo Sánchez (La Parra, 1931-Badajoz, 2017), artífice del proyecto, cuya biobibliografía establece en los preliminares Miguel Ángel Naranjo Sanguino, catedrático de historia, responsable de proseguir con la tarea editorial del profesor recién desaparecido, hombre bueno en el mejor sentido de la palabra, ensayista fecundo e infatigable colaborador de cuanto dijera relación con la cultura extremeña.
El volumen, con 264 páginas de gran formato (30x21 cms.), recoge una docena artículos, de cuyos autores se incluyen en el apéndice final las oportunas notas biográficas. Los abre Mariano Cabanillas Entrena, con un apunte sobre Juan Marín Rodezno, obispo que gobernó la diócesis pacense de 1681 hasta su fallecimiento en 1706, tras afrontar con gran espíritu males sociales (plaga de langostas, incendios urbanos, abandono de niños expósitos) y las repercusiones de la Guerra de Secesión. Tras el estudio en que Moisés Cayetano se ocupa de la demografía y el urbanismo de Badajoz en el tránsito del siglo XX al XXI, Jesús Mª. García Calderón, el conocido fiscal y notable poeta, ofrece un conjunto de sesudas propuestas en torno a la conservación del patrimonio, no siempre bien atendido en los PGOU desarrollados en Badajoz a partir de 1989.
José Manuel González nos retrotrae a la época del badajocense Manuel Godoy, cuyo 250 centenario se conmemora. El célebre y polémico hombre de estado tuvo pasión por los libros, según recuerda Joaquín González Manzanares, presidente de la UBEx (Unión de Bibliófilos Extremeños); como novedad, reproduce el texto manuscrito de la proclama que diera en Badajoz a los ejércitos españoles el 14 de mayo de 1801 (antesala de la Guerra de las Naranjas), documento prácticamente desconocido hasta ahora. Por su parte, Víctor Guerrero reincide en un tema del que durante los años últimos ha venido ocupándose insistentemente, el novelista Felipe Trigo, que vivió parte de infancia y primera juventud en la ciudad de Badajoz (según el propio escritor evoca en varias de sus obras, especialmente En la carrera y Los invencibles, obra bastante menos conocida).
Adolfo Marroquín y su hija Laura exponen los trabajos metereológicos desarrollados por Máximo Fuertes Acevedo, catedrático del Instituto de Badajoz de 1881 a 1890, autor de diferentes obras sobre Física y Astronomía, si bien la que más nos había interesado desde que la conocimos fue la dedicada a Darwin (Badajoz, 1883), un estudio pionero de la teoría evolucionista, condenado por el obispo de la diócesis y objeto de encendidas polémicas en los periódicos de la ciudad. Más serenas discurrirían aquí las aguas, según expone el profesor Antonio Ramiro, durante la creación y desarrollo de los estudios universitarios (1967-2017).
No siempre hubo tanta tranquilidad en nuestras calles, recuerda Fermín Rey al ocuparse de la crisis de 1917 (año de la Revolución rusa y la huelga general española), en este ejercicio de feedback que la obra reseñada impone. Sin olvidar otros factores (guerra de Marruecos, descomposición creciente de los partidos dinásticos, gravedad de la situación obrera), en la ciudad repercutieron aquellas contiendas nacionales, pero de forma que al concluir el año pocas transformaciones podrían anotarse, al menos aparentemente: “Todo seguía igual en la política municipal, con el dominio de los clanes caciquiles, unidos a los ricos comerciantes e industriales; el regionalismo tenía un carácter limitado y las organizaciones obreras habían vuelto a la práctica de las acciones locales”, concluye el historiador (pág. 203).
Un municipio donde seguramente el elemento más dinámico fue durante luengos lustros el claustro de su Instituto Provincial, en el que figurarían personajes tan comprometidos como Tomás Romero de Castilla o Anselmo Arenas. Ángel Zamoro resume aquí lo mucho que tiene investigado y dicho en su libro sobre los profesores de Física y Química que a lo largo del XIX se incorporarían a dicho centro.
La obra termina con las calurosas intervenciones que en el homenaje a Augusto Rebollo (20 febrero 2017) hicieran un buen puñado de buenos amigos, resaltando la figura del difunto responsable de la sección de Historia de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Badajoz.