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FOMENTA, PROTEGE Y PREMIA (BICENTENARIO DEL EXTREMEÑISMO)


Tal día como hoy de hace doscientos años quedó constituida la Sociedad Patriótica de Amigos del País de Extremadura. El origen de este tipo de instituciones filantrópicas, al amparo del reformismo ilustrado y el pensamiento liberal, se retrotrae a las Navidades de 1764. Fue por entonces cuando el conde de Peñaflorida y sus Caballeritos de Azkoitia fundaron la Sociedad Bascongada, con la finalidad de «recuperar y revalorizar la actividad económica y arrancar la apatía de la vida y la penumbra, diseñando y diversificando el engranaje en las Ciencias, la Agricultura, la Industria, el Comercio, las Artes y las Letras».

Diez años más tarde, el ministro Campomanes impulsó su extensión al resto de capitales del Reino, por lo que, principiando por la Sociedad Matritense de Madrid, fueron sucediéndose hasta un centenar de asociaciones cuyos cometidos quedaron abruptamente interrumpidos por la invasión napoleónica. No obstante, tras finalizar la contienda, un decreto real propició la implantación de nuevas sociedades en aquellas ciudades que carecieran de sus bondades.

Así, el 6 de julio de 1816 y bajo el patrocinio del arzobispo-obispo Mateo Moreno Delgado, doce personalidades de la vida pública local, entre los que se encontraban el Gobernador de la Plaza, el Alcalde-mayor, un mariscal de campo, un intendente del Ejército, un abogado de los Reales Consejos, además del Deán y algunos canónigos catedralicios, acabaron por constituir la que, andando el tiempo, sería conocida como Real Sociedad Económica de Amigos del País de Badajoz.

Desde entonces, tal y como remarcó hace unos meses su presidente Francisco Pedraja en el discurso de agradecimiento subsiguiente a la concesión de la Medalla de Extremadura, La Económica «aún en aquellos tiempos en los que la libertad se veía diariamente amenazada por los nubarrones del oscurantismo, siempre realizó su tarea con la finalidad declarada de servir a la creación y desarrollo de la economía, el mundo social, la enseñanza y la cultura de Extremadura».

Y es que inducir, impulsar y avivar el progreso y el crecimiento de la región en todos los órdenes, forma parte del espíritu consustancial de La Económica. En el artículo 3 de sus vigentes estatutos se apremia a los socios a promover iniciativas, tanto artísticas y literarias como de conocimientos científicos, que puedan redundar en beneficio e interés de Extremadura. La Comunidad Autónoma es, por tanto, su ámbito natural de actuación, como refiere el artículo 6 del mismo texto, pese a que el patronímico y sede sean badajocenses.

En este punto, debe subrayarse el relevante papel representado por La Económica en favor de la autonomía regional, en los albores de la Transición española. Protagonismo que había venido inducido incluso antes de la reinstauración de las libertades políticas, en los últimos meses de los años 1973 y 1974, a raíz de una serie de jornadas organizadas para estudiar las posibilidades de desarrollo regional, que con el nombre de Seminarios Bravo Murillo y ya en democracia conocerían otras cuatro ediciones más. En estos foros, destacadas personalidades del mundo empresarial, de la Administración y de la Universidad, debatieron sobre la ordenación política de Extremadura y, cuando aún ni siquiera existía conciencia territorial de la misma, a través de La Económica se formularon los principios que habrían de promover las relaciones con otras demarcaciones limítrofes y se elaboraron programas de interés económico regional.

Se detectó sin embargo que una de las principales trabas al desarrollo era la falta de unidad de los extremeños, la inexistencia de un vínculo de afectividad o pertenencia a una misma entidad histórica. Los extremeños, decían algunas tribunas, apenas se reconocen, y, cuando no andan enfrentados, se ignoran o menosprecian. La Económica trató de amalgamar esas identidades en torno a una pertenencia común como sustrato necesario del progreso de Extremadura, promoviendo, conjuntamente con el Círculo de la Concordia cacereño, unas «Jornadas de Aproximación Regional». El diario HOY, empeñado por entonces en la misma tarea, dedicó nada menos que cuatro páginas de su edición de 30 de abril de 1976, a informar sobre las conclusiones de aquellas reuniones en las que medio centenar de médicos, abogados, profesores de universidad, catedráticos, pintores y escritores, entre otras profesiones, reforzaron los lazos de hermandad entre ambas provincias.

Tal día como hoy de hace cuarenta años y como resultado de aquellos debates, La Económica hizo público un manifiesto en el que se urgía la necesidad de un organismo unitario, abierto a todos los extremeños y al margen de cualquier consideración partidista, que liderase planes de desarrollo regional y de colaboración económica con Portugal, además de un anteproyecto de Estatuto sobre el que estructurar políticamente la región, a fin de dejar atrás «el modelo de subdesarrollo y tomar la senda del progreso y del bienestar». Dos años más tarde se vio materializado finalmente aquel ente preautonómico y, un lustro después, pudo aprobarse la deseada norma institucional básica que habría de expresar la voluntad de todos los extremeños por constituirse en Comunidad Autónoma. El camino es largo. La voluntad, resuelta. Mis felicitaciones a La Económica.

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